Mi gestión de los celos


Hace ya algún tiempo escribí un post sobre por qué para mí es importante tener una relación abierta en lugar de una monógama.

Quedó pendiente el hacer una revisión de cómo he llegado yo a creer que una relación abierta puede tener una buena gestión emocional y cuál es mi forma de pensar al respecto.

Hay varios factores que han afectado a mi forma de entender las relaciones, no solo de pareja sino en general, y de entender la vida. A mí siempre me ha gustado extrapolar entre las distintas vertientes que tiene mi vida: el trabajo, la familia, los amigos, el deporte. Todo me trae aprendizajes que extrapolo a las otras áreas. Busco patrones amplios y reusables.

Empecemos por el principio. Hace ya unos cuantos años mi padre tuvo dos infartos separados por 5 años. Mi padre después del primero decidió seguir fumando. Eran solo puros, iban a ser pocos al día. Pero os podéis imaginar la reacción inicial en la familia. Como haría el 90% de la sociedad, nos dedicamos a perseguirle, a decirle que no lo hiciera y básicamente a obligarle a hacerlo en privado o más bien en secreto.

Después de algún tiempo, no me preguntéis cuánto porque no lo recuerdo, decidí tras pensarlo un poco más que a lo mejor no éramos nosotros quienes teníamos que decidir cómo iba a vivir mi padre lo que le quedara de vida. Ni cuánta vida. Que era un derecho de mi padre el poder decidir si quería vivir un año y hacerlo de la mejor forma que él considerara o si quería vivir muchos años y hacerlo de una forma limitada.

Creo que si hacemos un ejercicio de empatía y nos ponemos en lugar de las otras personas, podemos llegar a entender que nosotros, en general, no debemos ser los que elegimos por ellos, eso es egoísmo y, cuando se trata de otras vidas, debería estar fuera de nuestras capacidades. Podemos aconsejarles, podemos reforzarles cuando hacen las cosas de tal forma que se cuidan, pero no es nuestra prerrogativa decidir por ellos.

Cuando cambio mi forma de ver esto, también tuvo que cambiar mi forma de vivir con la gente a la que quería. En aquel momento decidí que lo más sano no era gastar mi energía y la de mi padre en conseguir que no fumara, sino que lo mejor era cada minuto o cada hora o cada día que pudiera compartir con él hacerlo de una forma lo más saludable posible, disfrutando con y de él. Y que si, por lo que fuera, mi padre dejaba de estar en mi vida en algún momento yo no tuviera dudas de haber disfrutado de su presencia mientras estuvo.

Como estaba contando antes me gusta extrapolar, y me di cuenta de que esa forma de ver la vida y las relaciones lo podía extrapolar no solo a mi padre sino al resto de mis relaciones con la gente. Para mí ese cambio ha sido clave cada vez que he tenido que pasar el duelo, saber que si una persona está en mi vida es porque ambos queremos y mientras ambos queramos. Qué también puede pasar que un accidente nos separe, y que para mí lo más sano será entenderlo y gestionarlo de forma previa para, cuando haga falta, que sea rápido y, por lo tanto, menos doloroso.

Años más tarde leí sobre el desapego y entendí que lo que yo estaba haciendo ya estaba inventado, como casi siempre. El desapego no es una forma de no sentir cariño o amor por otras personas. No es la incapacidad de generar relaciones emocionales. El desapego es la capacidad de convertir ese amor de tal forma que deje de ser una necesidad y pase a ser algo que disfrutas. El desapego es entender que nadie te pertenece y que no perteneces a nadie. El desapego te permite gestionar las relaciones de una forma más sana, en las cuales no hay una dependencia emocional o física, sino que ambos individuos se suman porque la energía está puesta en generar, no en controlar.

A lo largo de los años he preguntado a mucha gente cómo entienden ellos una relación, aquí hay muchos tipos de respuestas, pero no he encontrado a casi nadie que lo entienda como yo. Cuando yo estoy en una relación, lo que quiero es que mi pareja sea más feliz, sumarle. Esa felicidad puede estar por encima de mis necesidades en ciertos momentos, pero soy yo quien lo elijo. Como ya he dicho en otros posts, la sexualidad nos aporta nuestra dosis (DOSE) de felicidad. Debido a eso, hace ya muchos años entendí que esa sexualidad de mis parejas no tenía que ser únicamente conmigo y que podían sumarles desde otros puntos de vista y perspectivas, y por supuesto, capacidades. Mucha gente es consciente de que son egoístas cuando no quieren que sus parejas tengan relaciones con otras personas, pero lo que no saben es que están siendo aún más egoístas de lo que creen dado que están limitando la sexualidad, y por lo tanto la felicidad, de su pareja.

La sociedad nos ha educado en mantener relaciones monógamas. Nos ha educado en que el amor es poseer todo lo que puede dar la otra persona y darle todo lo que pueda necesitar. Nos ha educado a ser celosos y posesivos. Nos ha educado a creer que solo hay una media naranja y que ha de ser perfecta.

Como dijo Jack, vayamos por partes:

Hablemos con transparencia, ¿cómo se puede creer que si una persona no es celosa es que no ama y preferir a una celosa? ¿Acaso preferimos que nuestra pareja esté insegura con nosotros, que se sienta mal? ¿Que nos persiga o controle? ¿Que dedique su energía a volverse loca en lugar de disfrutarnos? No me parece buena solución.

Con respecto a la media naranja, creo que el mero hecho de pensar que solo hay una persona en el mundo que lo es y que el 99% de las veces curiosamente viva a menos de 30 kilómetros de ti, es muy de querer cerrar los ojos a la obviedad. Puede haber muchas parejas buenas, creo que lo importante aquí es realmente ser capaz de filtrar y encontrar a una persona que nos merezca la pena y encontrar a alguien con quien querer vivir sumándonos el resto de nuestra vida (o lo que fuere que dure la relación).

Si hablamos de que nos tengan que dar todo lo que necesitamos y viceversa, empezaré por decir que eso genera una dependencia que no creo que sea sana, además de en muchos casos, no es real. No hablo ya de las personas que necesitan más sexo y ponen los cuernos, o de los que necesitan más cariño y los ponen. O de los que necesitan estos mismos u otros temas (dinero, amistad, un oído u hombro sobre el que llorar), y eligen no poner los cuernos. Hablo de todos ellos a la vez. Todos necesitan algo de alguien más y no me parece descabellado que no deban sentirse mal por ello o por pedir/disfrutar de esa ayuda/falta en la relación.

La sociedad nos enseña a pensar que debemos ser monógamos y egoístas y celosos, pero luego resulta que casi nadie es realmente coherente dentro de ese modelo y aparecen las culpas y la incapacidad de gestionar nuestra forma de sentir, fuera de esa monogamia, y aparecen muchas formas de hacer daño a las personas con las que estamos o estuvimos.

En mi opinión, los celos son veneno, causados por la monogamia, causada a su vez por una construcción social a la cual no se aplica pensamiento crítico porque es «solo emocional», y que, por lo tanto, hasta ahora, perdura con cambios mínimos.

Creo que necesitamos deconstruir las relaciones humanas y volver a construirlas de una forma más sana. No creo que la monogamia no sea válida, solo digo que mientras no se aplique el pensamiento crítico en muchos casos genera más problemas que beneficios.

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